martes, 17 de diciembre de 2013

Limerencia

Rebosaba amor...quizás demasiado, aunque jamás caería en la cuenta. Para él todo era sufrimiento o júbilo, en su mente no existía término medio, y éso podía llegar a pasar factura. Llevaba años así, y según la gente que lo conocía vivía por un sueño que jamás se haría realidad. Aquella mujer nunca había buscado en él nada más allá de favores domésticos y aprovechados coqueteos, carentes de la mínima decencia según comentaba Teresa, la mujer de la limpieza del portal.

Se consumía lentamente. Y en el fondo lo sabía, pero no conseguía apartar esa sonrisa bobalicona de su rostro. Había empezado a desintegrarse, y pronto no sería más que una masa informe carente de la más mínima emoción. Inerte, una mancha más que limpiar. Y éso no agradaría en absoluto a Teresa.

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