viernes, 13 de diciembre de 2013

Alternancias

Aquel mundo no estaba nada mal. Los diminutos planetas vagaban a la deriva y servían de soporte a sus conflictos vitales. Surgía el amor, florecía la atracción desenfrenada, la rutina esperaba oculta y el fin hacía acto de presencia. ¿Y después qué? Tocaba cambiar de lugar, vagar y vagar, vivir sin nada permanente durante toda la eternidad.

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