¿Qué sentido había tenido su vida?¿Por qué ese camino y no otro? ¿Había merecido la pena? Puede que hubiera recibido ciertas recompensas, pero sus anhelos habían quedado aparcados durante décadas, y de nuevo latían con un impulso frenético.
Así que, ¿por qué no lanzarse? Aún estaba a tiempo. Surcar los cielos y sentir el azote del viento sobre su cuerpo era posible. Y no debía dejar que nadie se lo impidiera...se lo repetía una y otra vez.
Esta vez estaba decidido: lo planearía a la mañana siguiente. En la misma mesa. En el mismo café. Con el mismo desayuno.
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