sábado, 3 de mayo de 2014

Apéndice parasitario. Extrañas criaturas (III)

Cuando el engendro propende por el camino de la rectitud moral el apéndice parasitario es liberado y vaga a sus anchas por los callejones de la urbe, alimentándose de infundios y reproches, en busca de un sujeto al que aferrar sus fauces repletas de dientes bañados en tósigo. El tiempo de permanencia como parásito es variable: meses, años o incluso una vida entera. El ciclo se repite de manera indefinida, siendo esta criatura emblema de la perennidad, característica únicamente subyugable partiendo de un corazón noble y pío.

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