domingo, 5 de enero de 2014

Calisto se diluye en la inmensidad

Él y sus pensamientos. A veces cree que son dos entes independientes, y le invade una sensación de pavor: cree que nunca está solo, ellos son sus compañeros: ellos no lo abandonarán, controlarán su existencia.

Llegan las seis de la mañana y aún no ha pegado ojo. Aquellas facturas sin pagar, la cisterna goteando, el proyecto inacabado de la empresa, la ruptura con Lorena y el tic-tac del reloj que le regaló para que nunca llegara tarde, el monstruo que habita bajo su cama, los platos sin fregar, lo que pudo ser y no fue con aquella compañera de instituto, el cuadro del despacho de su padre, aquella comedia hilarante, esa canción romántica. 

Suena la alarma y logra separarse de sus pensamientos, al menos hasta la noche.


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