jueves, 6 de marzo de 2014

La ciudad estaba a salvo

Enfundados en aquellos ridículos trajes y tras aquella máscara de plástico patrullaban la ciudad en busca de estilistas a los que vencer. La tarea era difícil, nadie se había atrevido a llegar tan lejos, pero ellos tenían la determinación ausente en el resto de los habitantes. Surgieron conflictos, luchas internas, egos desmedidos, pero siempre lo tuvieron claro: era necesario aplastar al buen gusto, de lo contrario el mundo se volvería irremediablemente elegante.

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